La 97ª edición de los Premios Óscar ha sido un homenaje al cine en todas sus formas. Desde historias impactantes hasta propuestas visuales y narrativas arriesgadas, la Academia ha reconocido lo mejor del séptimo arte en una gala llena de emociones, sorpresas y discursos memorables. Celebrada en el icónico Dolby Theatre de Los Ángeles, la noche nos dejó un claro mensaje: el cine sigue evolucionando y emocionando a partes iguales.
Anora, la gran triunfadora de la noche
Sean Baker y su película Anora dominaron la gala con un total de cuatro estatuillas: Mejor Película, Mejor Dirección, Mejor Actriz Principal y Mejor Guion Original. La historia sigue a una joven stripper de Brooklyn que se ve envuelta en una inesperada relación con el hijo de un oligarca ruso, lo que la lleva a enfrentarse a un torbellino de lujo, peligro y decisiones cruciales. Con su característico estilo hiperrealista, Baker construye una película vibrante que explora la supervivencia y la lucha por la identidad en un mundo que nunca juega limpio. Mikey Madison, en el papel de Anora, brilla con una interpretación electrizante que le valió su primer Óscar.
The Brutalist, un despliegue visual y narrativo
Adrien Brody conquistó a la Academia con su papel en The Brutalist, que le valió el Óscar a Mejor Actor Principal. La película, dirigida por Brady Corbet, cuenta la historia de un arquitecto húngaro que, tras la Segunda Guerra Mundial, busca construir un legado en Estados Unidos mientras enfrenta sus propios demonios. La cinta también se llevó los premios a Mejor Fotografía y Mejor Banda Sonora Original, gracias al impresionante trabajo visual y la atmósfera que crea su banda sonora, que refuerza el dramatismo de cada escena.
Secundarios de lujo: Zoe Saldaña y Kieran Culkin
La categoría de interpretaciones de reparto estuvo repleta de talento. Zoe Saldaña se llevó el galardón por Emilia Pérez, una película musical dirigida por Jacques Audiard que narra la historia de un narcotraficante que decide cambiar de identidad y empezar una nueva vida. Saldaña ofrece una interpretación cargada de matices, llena de fuerza y vulnerabilidad a partes iguales. Por su parte, Kieran Culkin brilló en A Real Pain, una comedia dramática sobre dos primos que viajan a Europa del Este para reencontrarse con sus raíces, solo para descubrir que el pasado familiar es más complejo de lo que imaginaban.
Historias que trascienden fronteras
El óscar a Mejor Película Internacional fue para Aún estoy aquí, de Brasil, dirigida por Walter Salles. Un drama social que expone las luchas de las comunidades marginales a través de la mirada de un joven que intenta encontrar su lugar en un mundo que lo rechaza. Con una dirección poderosa y una narrativa desgarradora, la película conquistó al jurado y al público por igual.
En la categoría de Mejor Película de Animación, Flow se alzó con la estatuilla gracias a su innovadora técnica visual y una historia que nos sumerge en un mundo surrealista donde los elementos de la naturaleza cobran vida. Un viaje emocional y artístico que ha sido aplaudido por la crítica.
El premio a Mejor Documental fue para No Other Land, una obra impactante que narra el conflicto y la resistencia de una comunidad en medio de la adversidad. Un retrato honesto y crudo que resonó profundamente con la audiencia.
Innovación en guion y sonido
El premio a Mejor Guion Adaptado fue para Cónclave, un thriller político basado en la novela de Robert Harris. Con una narrativa atrapante y un elenco de lujo, la película mantuvo en vilo a la audiencia desde el primer minuto.
En el apartado técnico, Dune: Parte Dos destacó al llevarse el galardón a Mejor Sonido, reafirmando el impecable trabajo de diseño sonoro que caracteriza a la saga de Denis Villeneuve.
El premio a Mejor Cortometraje de Ficción fue para I’m Not a Robot, una historia corta pero impactante que cuestiona la línea entre humanidad y tecnología.
El futuro del cine se vive en CEV
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